Y digo yo, si España fuese una republica, ¿seguiría llamándose Real, el Real Madrid? ¿Estamparían la cara del presidente de turno en las monedas de euro? ¿Cómo se llamaría la copa del rey? ¿Seguirían las galletas de chocolate llamándose príncipe? ¿se dedicará Peñafiel a criticar la corte del rey León?
Me gustaría verlo.
Porque nunca he comprendido la existencia de instituciones y personajes con derechos y privilegios diferentes a los demás.
Porque no entiendo porque usted y yo pagamos IVA o tenemos que presentarnos a unas oposiciones para ser profesores y a la iglesia se lo perdonan.
Porque no entiendo un sistema político donde no se pueda criticar al jefe del estado o renunciar públicamente a unos símbolos.
Y eso no significa que yo sea radical, independentista, nacionalista o de al-qaeda.
A la gente le cae bien la figura del rey campechano que monta en moto y bromea con la prensa.
Casi todos reconocen su importante papel en la reciente historia de España, cuando rompió con las ideas del anterior régimen (eso si, tras la muerte del señor que salía en el NODO) o cuando ratificó su posición a favor a la democracia aquel famoso 28 de febrero, pero eso, no significa que tengamos que estar de acuerdo con la monarquía.
Muchos ciudadanos trabajan desde la más absoluta legalidad por un sistema en el que se pueda elegir al máximo representante del estado, y eso (llamemos a las cosas por su nombre) se llama republica.
Desde la libertad de expresión, y el respeto a los demás, podemos expresar públicamente nuestra disconformidad con unas realidades nada democráticas, como un sistema político donde la elección del jefe del estado es hereditaria, una iglesia exenta de impuestos o un sistema económico libre del control de los gobiernos.
El camino empieza por crear una opinión pública informada y crítica con privilegios tan medievales como los de la monarquía o la iglesia.
Pero el discurso oficial, lo que nos enseñan los medios de comunicación, es una deformación interesada de estos movimientos reivindicativos, identificándolos con la violencia callejera, el independentismo y el radicalismo, aprovechando si cabe, las manifestaciones antimonárquicas para reforzar la imagen del rey y perpetuar estos y otros arcaicos estamentos.
Les invito a ser críticos con todo lo que nos cuentan, sobre todo con aquello en que existe un consenso generalizado por parte de los medios.
Les invito a que apaguen la televisión y busquen la prensa alternativa, la que no depende de los que mandan.
Les animo a expresar en medios como este, su opinión para enriquecer la de los demás, y si algún día no nos dejan, a cerrar los ojos y soñar, que por ahora puede hacerse sin que nadie se entere.
Pero sobre todo, como regla general, no se crean nada de lo que le cuentan, sospeche de las verdades absolutas y las respuestas únicas.
Ni se crea tampoco nada de lo que acaba de leer, puede ser todo absolutamente falso.
Juan Manuel Mancebo Fuertes
Octubre 2mil7
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