No solo es por principios, por considerarse uno anticonsumista y esas cosas, es que eso de ser felices a la fuerza en unas determinadas fechas me jode bastante.
Que se lo digan a los cientos de familias que viven agobiadas por la hipoteca, y acechadas por el desempleo, que no van a poder satisfacer todos los deseos que nos inyecta la publicidad en estos días. Que se lo cuenten a los miles de niños huérfanos en Irak, Afganistán, Gaza o a los que mueren de hambre en tantos otros sitios.
Lo reconozco, soy muy desconfiado, nunca he creído en los reyes ni siquiera en los magos, quizás porque demasiadas veces hemos visto que los que llegan de oriente lo hacen en patera y los llamamos inmigrantes.
Creer en cosas que no existen de pequeños nos pasa factura cuando somos adultos, empezamos tragando que consumir determinado perfume o marca de ropa aumentará nuestro atractivo sexual, y acabamos creyendo que existen la justicia, la igualdad y los derechos humanos en el mundo.
Espero saber educar a mis niños enseñándoles que la felicidad no esta en los juguetes que dice la tele, que los buenos sentimientos no se venden en los centros comerciales, y que la imagen de Papa Noel cargado de bolsas del Corte Ingles no representa ningún espíritu navideño.
Espero aprovechar estas fiestas para estar más tiempo con ellos y con el resto de mi familia, consumiendo tiempo, buenos ratos y mucho amor.
Y les deseo a todos los que leen estas chorradas que a veces escribo que sean muy felices estos días y el resto del año, aunque no siempre haya tantas luces en la calle.
No soy creyente, pero si lo fuera, soñaría con que el niño Jesús, ese que nació pobre en un pesebre, manda un mensaje el día de navidad a todos los niños del mundo, también a los que fabrican los juguetes en China o Taiwán en condiciones de semiesclavitud, diciéndoles: No en mi nombre.
Juan Manuel Mancebo Fuertes
jmanceb@gmail.com
diciembre 2mil8
1 comentario:
Completamente de acuerdo. Felices fiestas de despilfarro e hipocresía.
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