A los 16 años se hacen muchas cosas por primera vez.
He encontrado entre libros el recorte de prensa que reproduzco en la cabecera de esta entrada.
Lo guardó mi abuela, en 1990 y me cuenta mi mujer, que años después, poco antes de dejarnos se lo entregó a ella, junto con otros recortes, fotografías y recuerdos de mi familia materna.
Me trae muchos recuerdos.
En ese año mi familia acababa de llegar a Alhaurín, en una de las primeras oleadas de nuevos residentes que en la mayoría de los casos se autoconstruian sus viviendas en una de las zonas de expansión de la capital buscando calidad de vida y contacto con la naturaleza.
A esa edad, yo tenia en la cabeza las imágenes de los documentales de Rodriguez de la Fuente y las historias que la revistas Quercus y Natura contaban sobre el Rainbow Warrior o el agujero en la capa de Ozono.
Recuerdo a mi amigo Manolo, uno de los primeros en Alhaurín, con la gente del, probablemente, primer grupo ecologista del pueblo, GEA. Lo conocí en la casa de la cultura, marcando con lápiz en un plano topográfico las especies que había observado. Recuerdo a su madre, que a veces nos contaba que llevaba tres o cuatro dias en el monte, pero que ella no se preocupaba, porque lo conocía mejor que su cuarto. Organizaba acampadas, rutas y salidas a la sierra y nos ponía a todos a plantar pequeños pinsapos, quejigos o alcornoques. Nos llevaba de la mano a recorrer cada rincon de la Sierra, cada fuente, cada madriguera o nido de Jarapalo, que conocía mejor que nadie. También nos enseñó las canteras, por entonces mucho mas pequeñas que ahora, que junto con las urbanizaciones como en la que yo vivia empezaban a transformar todos los aspectos del municipio.
Esos años, en Navidad, era costumbre colocar en la arqueta que está justo en el centro de la plaza de San Sebastian un enorme Pino natural, cortado directamente de nuestra sierra. Por supuesto, lo adornaban con bombillas y demas y una vez concluidas las celebraciones, mas o menos por estas fechas, acababa en algún vertedero.
En 1990, con 16 años envié al periódico Sur la carta que os adjunto, donde pedía, con un lenguaje que ahora reconozco ingenuo y juvenil, que nuestro ayuntamiento, recapacitase y no colocara el árbol, que hacia las veces de rotonda durante unos dias.
Ademas, recogí, con la ayuda Pepa, mi profesora de matematicas del instituto, mas de 200 firmas solicitandole lo mismo al Ayuntamiento.
El no se acuerda, lo comentamos hace tiempo, pero ese año, un par de dias antes del dia de Navidad, pedí al Guardia civil que siempre habia en la entrada del antiguo ayuntamiento, que queria entregarle una carta al Alcalde. Directamente me acompañó a la primera planta y abrió la puerta de su despacho indicandome que pasara.
Ese año, no se quitó el arbol. Desde entonces no vuelve a ponerse.
En estos 20 años muchas cosas han cambiado y otras no tanto.
Manolo es forestal, en su Sierra. El ex-Alcalde ejerce de abuelo lejos de la política, yo sigo dando la lata, como siempre,y a nuestro pueblo no lo conoce ni la fuente de la plaza.
También continuan creciendo las urbanizaciones, mucho mas rápido que los servicios e infraestructuras que la población demanda y no se para de extraer caliza de las canteras.
Aun queda trabajo.
Juan Manuel Mancebo Fuertes
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